
Muchas personas viven constantemente en la queja y contando lo que les falta. Se les hace muy fácil mirar lo que no tienen o lo que les debe la vida, que agradecer por lo que sí tienen.
Cuando la persona ha vivido llena de circunstancias dolorosas y tristes, le cuesta dar de sí mismo, porque siente que la vida le debe. Pero esa actitud no la nutre ni hace que sus días sean mejores. Por el contrario, sus días cada vez más, se llenan de resentimiento y no tienen ningún valor. Están tan metidos en su propio dolor y queja que son incapaces de ver los milagros diarios que hay en sus vidas. Y si alguien se acerca desde el amor, tampoco logran verlo porque están muy distraídos en su propio dolor y miseria.
Esa actitud, es un círculo vicioso, que cada vez más suma a la persona a la tristeza y un corazón duro.
A veces, la única manera de romper con este comportamiento es salir de la propia miseria o dolor, comenzar a dar a los demás y dejar de sentir que la vida nos debe y ver cómo podemos aportar mas, nosotros a la vida.
Mucha gente que estará leyendo, pensará, ella no sabe que dice, tengo una enfermedad muy dolorosa, estoy solo y nadie me visita, perdí mi trabajo ó murió mi hijo.
Quiero contarles la historia de una amiga mía, que no conozco personalmente pero ahora somos amigas por su historia de vida. Ella se llama Samia, es abogada y desde hace unos años, tiene esclerosis múltiple, no puede mover su cuerpo, depende de otras personas para lo básico y tiene mucho dolor en su cuerpo. Pero eso en vez de transformarla en una persona amargada y triste por lo que le ocurre, la ha transformado en una mujer que inspira, transmite y trabaja para el amor. Aunque no puede moverse, tiene un programa de radio y habla de sus experiencias y de Dios en su vida. Si estoy triste y le escribo, me infunde esperanza, fe y paz. Ella decidió dejar la queja y hacer algo positivo, a pesar de la enfermedad. Ella se transformó en un instrumento de amor y esperanza.
La energía que gastamos quejándonos podríamos usarla para amar. Es más llevadero la enfermedad o alguna situación dolorosa por la que estás atravesando si lo haces desde el amor. Tal vez la enfermedad o la circunstancia no cambien, pero tú si cambiarás.
Recuerdo una vez, una amiga quería tener un bebé y sufría porque no quedaba embarazada. Le sugerí, que dejara por un instante pensar en su dolor y usará esa energía para ir ayudar en un orfanato y atender a bebés que están sin mamá. Solo ese acto, transformó su dolor en amor para otros.
El otro día, le pregunté a un amigo mío jubilado ¿Cómo estás? Me respondió: enfermo, viejo y mi vida es un asco. Me sorprendí de que sólo viera esa parte de su vida y no pudiera agradecer todo lo que sí tiene: dos hijos que lo visitan, 5 nietos que lo aman, una casa, comida en el refrigerador, una pensión, medicinas para su enfermedad. Pero era incapaz de ver y agradecer lo que tenía, solo se enfocaba en lo que le faltaba.
Piénsalo, tal vez, puedas hacer más desde el amor que desde la queja.Comienza a dar un poco de ti, sonríe más, ama más, agradece más.
Todo tu mundo podría cambiar si cambias de actitud. Te propongo dos ejercicios:
– Haz una lista por todo lo que tienes que agradecer y cada mañana al despertar, léela y agradece.
– Cada vez que tengas la tentación de quejarte, pellizcate. ¿duele? pues, así como duele el pellizco en el cuerpo, así duele la queja en el alma.
Ten la fuerza de tomar lo que ocurre en tu vida y transfórmalo en algo bueno para ti y los que te rodean.
Que tu día sea tan maravilloso como decidas que sea… a pesar de tus circunstancias…
Saludos
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